En ciencias políticas, «cambiar todo para que nada cambie» es una paradoja expuesta por Giuseppe Tomasi di Lampedusa, lo llaman el «gatopardismo» o «lampedusiano». Se suele usar para llamar al político que arranca una gran transformación o revolución política pero que, en la práctica, solo remueve la fachada conservando intacta su interior.
En la sociedad actual basado en el consumismo y la productividad como base de la economía, nos encontramos que muchas marcas de productos o empresas de servicios usan de manera deliberada los términos relacionados con el cambio climático, sostenibilidad y medioambiente en sus campañas de márquetin pero en realidad, hacen poco o nada en la práctica.
El resultado del greenwashing en algunas empresas a veces es resultado de la falta de conocimiento o información interna sobre lo que realmente cuentan en sus campañas. Sin embargo es común que otros muchos lo hagan de manera intencionada y deliberada en sus prácticas comunicativas y de márquetin.
Un ejemplo que muchos conocemos es el Diesel Gate del gigante automovilístico alemán Volkswagen donde estuvo engañando durante años a consumidores, instituciones y gobiernos sobre las emisiones de sus vehículos de gasoil. El software inteligente es capaz de hacer creer que sus vehículos emitían menos gases nocivos de lo que realmente hacen. En algunos casos superando 40 veces los límites permitidos. Mientras tanto, los concesionarios de volkswagen estaban a tope vendiendo plantar árboles en el amazonas como opcional para compensar el CO2 de los vehículos que comprábamos.
«Somos neutros en carbono»: La moda del greenwashing ha puesto de moda otros términos que no conocíamos. Consiste en compensar las emisiones que una empresa genera por fabricar el producto o prestar un servicio plantando árboles u otro tipo de plantas que absorban la misma cantidad de gases invernadero que la empresa genera. Este tipo de acciones cortoplacistas que en definitiva es un juego de niños ricos y caprichosos, donde la idea en definitiva es de: «destrozo lo que me apetece y luego lo pago», y vuelta a empezar.
Apoyar o incentivar este tipo acciones en nuestro entorno, nos hacen sentirnos peores personas y a la vez estamos destruyendo el planeta. Aunque hay que ser realistas, no podemos salvar nuestro planeta, pero entre todos podemos cambiar las cosas!