Mi primer viaje cicloturista arranca en el 2021. Después de meses de preparación me lanzo a conquistar las Islas Canarias. El primer objetivo de este viaje es Lanzarote en bicicleta.
La razón por la que elegí la primera isla del viaje en Lanzarote es muy sencilla. Es la isla situado más al este de las Islas Canarias y hay vuelos directos baratos desde Madrid. La mejor opción para ir saltando con la bicicleta entre islas, es en barco, y no son precisamente baratos. Asi que evitar tener que dar rodeos en barco es fundamental para ahorrar y ser eficientes.
Lanzarote es la isla más al este, me permitirá ir hacia el oeste saltando de isla en isla. Cargar la bici en un avión no es nada barato. Si a eso le añades toda la logística que conlleva poner transportarlo, se hace súper farragoso, así que quiero repetir la operación lo menos posible.
Llegada a Lanzarote
Aterrizo en el aeropuerto Cesar Manrique de Lanzarote. Lo primero que me llama la atención es la peculiaridad de que todas las casas de la isla fuesen blancas a excepción de algún mastodonte en su capital, Arrecife.
En tiempos de pandemia, nuevas reglas. Esta vez había que llegar a la isla provistos de una prueba negativa de PCR o Antígenos, dos palabras que se ha puesto muy de moda desde que el covid-19 entrara en nuestras vidas en el 2020.
Pasado los controles, espero ansiado a que saliera por la cinta de equipajes especiales mi bicicleta. Preocupado de que pudiera venir dañada, sobretodo después de ver cómo caía la caja de 40 kilos por un «agujero» en el Aeropuerto de Madrid Barajas. Una vez recogido la caja y después de una breve inspección visual, me quedo mucho más tranquilo. Es hora de buscar un sitio por el aeropuerto para montar la bicicleta, ya que mi plan es empezar mi viaje desde el mismo aeropuerto.
No sin complicaciones y mi lucha continua con el viento, conseguí juntar todas las piezas de la bicicleta para poder poner marcha hacia Arrecife. Mi plan es poner rumbo hacia el norte de la isla, para mañana cruzar hacia La Graciosa.
Primeras impresiones del viaje
Durante el primer momento del viaje, me sentía como una montaña rusa. Excitado por el viaje que me esperaba y miedo por lo que me deparaba esta nueva etapa de vida con mis retos «locos«.
Pongo rumbo a Arrecife desde el aeropuerto. Existe un carril bici que lo conecta hasta el centro urbano por el paseo marítimo. La visita a Arrecife fue más bien cortita, tenía que comprar algunas cositas antes de marchar hacia el norte y los negocios de la isla deben cerrar a las 6 de la tarde por el bendito covid. Así que marcho con las prisas y la pena de no haber podido quedarme por ahí un poco más. Quizás fuera buena idea haber buscado alojamiento en la capital.
El día acaba en Guatiza, un pequeño pueblo al nordeste de Lanzarote de apenas 800 habitantes y muy cerca del Jardín de Cactus, que por cierto, no lo visité.
Las rutas por Lanzarote y La Graciosa
Escribiendo estas lineas me viene a la cabeza los sitios que dejé de visitar o pasé por alto, que no fueron pocas… Aunque he de decir que la épica visita a La Graciosa fue más que merecida, lo cuento en esta entrada. Hice un plan de avanzar mucho y parar poco, error de novato?
A la vuelta de La Graciosa, pongo rumbo en dirección hacia el sur por los interiores de Lanzarote. Me enfrento al primero puerto en bicicleta de 50 kilos. No es gran cosa la subida Del Valle de Malpaso que comienza en Haría hasta ascender 600-700 metros que no me pilló desprevenido. Antes, una breve visita en Haría y parada técnica para reponer fuerzas.
Continúo el viaje hasta la Villa de Teguise, la antigua capital de Lanzarote. Un lugar que apenas voy llegando en bicicleta se asoma a lo lejos su nobleza. Un paseo por su casco urbano, sirve de repaso a la historia de esta villa y su papel en la isla.
Sigo hacia el sur, en dirección Yaiza donde espero quedarme a dormir esta noche. Durante el viaje, dejo a mi paso el parque nacional de Timanfaya. Cruzo La Geria, una zona de cultivo de la vid sobre terreno volcánico. Es una técnica única en el mundo, y protegido en España. Destacan los vinos blancos malvasía. La isla posee un consejo regulador que garantiza la calidad de los vinos de la zona.
Muchas ganas tenía de probar el vino de la zona, aunque con las prisas que llevaba, me quedé con las ganas. Se supone que estoy viajando al libre albedrío y no tengo fechas de vuelta…. por qué tantas prisas? Buena pregunta, ni idea de donde vienen las prisas…
Buscando sitio para descansar en los alrededores de Yaiza, me encontré con una casa a medio construir donde me quedé a pasar la noche y reponer fuerzas con una buena cena. Es mi primera noche acampando por libre en Lanzarote, y no me fue fácil encontrar el sitio adecuado y por mi inexperiencia, estaba bastante preocupado por dormir solo ahí fuera. Es una experiencia que en la cabeza suena muy bien, y que en la práctica se hace cuesta arriba, al menos en las primeras veces. Supongo que es como todo, se necesita un tiempo de adaptación y buscar acomodarse al formato.
Playa Blanca y Ferry a Fuerteventura
Al día siguiente, pongo rumbo hacia el sur de Lanzarote para coger un Ferry a Fuerteventura. De camino a Playa Blanca, me encuentro con Salinas de Janubio, una zona donde mantiene la actividad salinera tradicional rodeado de un paisaje sin igual.
Aquí acaba mi breve paso por la isla de Lanzarote, dejo atrás días de intenso pedaleo y aclimatación en mi nueva vida. Quedan innumerables sitios que no visité en la isla y que me llevo en la lista de cosas para hacer en el futuro, volveré a Lanzarote en bicicleta.