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El peligroso viaje a Europa con la mochila cargada de esperanza

by txencito
Foto de grupo con todos los chavales y algunos educadores del centro

Después de haber recorrido España y Francia en bicicleta, empecé a cambiar de estrategia a la hora de buscar warmshowers (una plataforma que pone en contacto a a gente que viaja en bicicleta con gente que está dispuesto a hospedar), cuando busco hospedaje, intento buscar gente o proyectos de los que pueda inspirarme en mi viaje. Ahora que empieza a hacer buen tiempo, la lluvia y la ducha empieza a no ser un problema principal del viaje.

Cosas del destino viajando con la bicicleta por Italia tuve la oportunidad de conocer a Maurizio, un educador del Centro de acogida de menores en Cortetano, Italia. Los conocí a través de la plataforma como «Pedalando faticando«, en español, Pedaleando fuerte. Antes de contaros esto, dejadme hablaros de su labor.

El centro de menores acoge a adolescentes inmigrantes que han llegado a Italia en busca de oportunidades que sus países de origen no pueden brindarles. Principalmente acoge a chavales desde los 14 años hasta su mayoría de edad o hasta que un juez dictamine que puede emanciparse para abandonar la tutela del estado. (Hasta ese momento, los chicos están tutelados por el estado italiano). Este centro en total tiene 12 plazas, está a 20 minutos en bus de Cremona, donde los chavales asisten al instituto o a trabajar.

Pedalando faticando

El proyecto de Pedalando faticando, surge hace ya varios años donde el centro organiza una o varias veces al año un viaje en bicicleta de 5-6 chavales hacia Roma. El objetivo del proyecto es trabajar la convivencia en grupo y las habilidades de elegir la dirección de la vida en su futuro.

Han llegado a Italia de muchas formas diferentes, todas por caminos muy peligrosos. He hablado con varios de ellos y principalmente llegan a Italia por dos vías, 1) En patera desde Túnez hasta Lampedusa, 2) A pie desde Turquía. Los chicos malienses optan por la vía de Túnez, primero la odisea de llegar a Túnez y luego enfrentarse a la mar con lo puesto. Los egipcios optan por la via terrestre, llegan a Turquía con visas de turista, y desde ahí empieza la odisea de cruzar varios países, entre ellos Grecia, Serbia, Croacia y Eslovenia. Ambas rutas muy peligrosas, se enfrentan a la muerte por perseguir un futuro mejor no sólo para ellos, sino también para toda su familia. Esa es la mochila que cargan cuando se despiden de sus familiares con rumbo a Europa con 12 o 13 años, una mochila cargado de esperanza. Muchas veces la travesía dura meses incluso años, pues tienen que ir trabajando por el camino para conseguir el dinero para continuar el viaje.

Cheriff, tunecino que llegó a Lampedusa por en patera desde Túnez.

Verles me sorprende, derrochan optimismo y alegría.

Hablar con ellos cara a cara me pone la piel de gallina, el valor y el coraje de cruzar medio mundo para buscar un futuro mejor aquí, en Europa. Cada chico tiene una historia increíble que contar, hablo con varios de ellos. De primeras me sorprende el optimismo y la esperanza que trasmiten, son muy buenos chavales con ganas de trabajar y comerse el mundo. Aquí están tutelados por el gobierno italiano que se hace cargo de ellos hasta su mayoría de edad, mientras tanto estudian y se preparan para salir a trabajar en cuanto se emancipen del centro. 

Dos chicos egipcios del centro de menores que vinieron por la vía terrestre

A contrario de la visión de chicos problemáticos que tenía de estos chavales, a estos los encuentro bien educados, majos y con la cabeza amueblada para tomar caminos correctos en su futura larga vida. A pesar de que se han arriesgado la vida por llegar aquí, ven su viaje como la esperanza de una vida mejor y están felices de poder estar aquí. Veo en sus ojos lleno de esperanza y agradecimiento a la oportunidad que les brinda Italia y Europa para una vida mejor para ellos y su familia. Se esfuerzan y trabajan para enviar dinero a su familia, todos los chicos que he conocido tienen entre 16 y 18 años. 

Han sido dos días intensos que me llevo muchas cosas. Me quedo con las historias que cada uno tiene, sus miradas derrochan esperanza por una vida mejor, derrochan optimismo y honradez. La imagen de que el inmigrante es malo o problemático no se puede generalizar, está claro. Pedalando faticando es un proyectazo y un placer de haberlos conocido. Me voy de ahí con muchas cosas aprendidas de los chicos. 

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